Las bibliotecas populares en Argentina cumplen un rol mucho más amplio que el acceso a libros: responden a emergencias alimentarias, brindan contención social, ofrecen talleres y permiten que jóvenes y adultos terminen la primaria y secundaria. Sin embargo, hoy están en riesgo por los recortes presupuestarios impulsados por el Gobierno nacional.
El periodista Osvaldo Aguirre, exvecino de Colón, retrata esta situación en una nota publicada en la revista Acción, destacando el caso de la Biblioteca Campo Verde, en Jujuy. Fundada tras la crisis de 2001, combina espacio cultural, comedor y talleres productivos. Su presidenta, María Liz Martínez, advierte que el reciente decreto 345/2025 degradó a la CONABIP (Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares), quitándole autonomía y debilitando su función de apoyo a estas instituciones.
Otras bibliotecas populares, como La Cárcova en José León Suárez, enfrentan una realidad similar: con estructuras autogestionadas, en barrios vulnerables, ofrecen formación, merienda, acompañamiento y oportunidades concretas a personas marginadas por el sistema. Pero sin recursos, muchas corren riesgo de cerrar.
Referentes del sector denuncian el vaciamiento del Estado: el presupuesto congelado, la suspensión de programas y la falta de respuestas de la CONABIP, antes clave en el sostenimiento de las bibliotecas. Frente a una crisis social y económica profunda, sostienen que estas instituciones cumplen un rol crucial y que su debilitamiento atenta contra el tejido social de muchas comunidades.
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El caso nacional y el rol de la Mariano Moreno en Colón
La reciente nota del periodista Osvaldo Aguirre en la revista Acción pone de relieve una realidad que también interpela a nuestra comunidad: el rol fundamental de las bibliotecas populares en contextos sociales complejos y el grave riesgo que enfrentan ante el recorte de recursos y el vaciamiento de políticas públicas.
En su texto, Aguirre –quien fue vecino de nuestra ciudad– relata la experiencia de la Biblioteca Popular Campo Verde, nacida en Jujuy tras la crisis del 2001, y que hoy, como muchas otras, enfrenta una situación crítica tras la degradación de la CONABIP mediante el decreto 345/2025. Esa comisión, creada en 1870 por Sarmiento, pierde su autonomía y capacidad de asistencia federal, justo en momentos donde las bibliotecas populares resultan esenciales en los barrios.
En Colón, la Biblioteca Popular Mariano Moreno, con más de 90 años de historia, es un ejemplo vivo de esa función social. No sólo brinda acceso libre y gratuito a libros y publicaciones, sino que ha sido históricamente un espacio de encuentro, formación, expresión artística y acompañamiento educativo. Talleres culturales, apoyo escolar, actividades con instituciones y ciclos literarios son solo algunas de las acciones que la Mariano Moreno sostiene con esfuerzo, apelando a la participación de la comunidad y al compromiso de sus integrantes.
Tal como ocurre en La Cárcova o en Campo Verde, la biblioteca colonense también se enfrenta a las dificultades cotidianas de subsistir sin apoyo sostenido: aumentos en los servicios, dificultades para renovar material bibliográfico, y la necesidad permanente de mantener la infraestructura en condiciones. Si bien cuenta con un fuerte arraigo en la comunidad, la falta de políticas públicas activas pone en jaque la posibilidad de seguir ampliando su tarea.
Lo que plantea la nota de Aguirre no es ajeno a Colón: la defensa de las bibliotecas populares no es solo una cuestión cultural, sino también profundamente social. Sostenerlas es sostener la democracia, la inclusión y el derecho al conocimiento.