El partido de ida por la final de la Zona Pampeana Norte terminó de manera lamentable cuando, a los 30 minutos del segundo tiempo, con Gimnasia ganando 2-0 gracias a dos golazos de Marcos Salvaggio y Franco Cáseres, se desató un violento episodio en el estadio local.
El primer gol llegó a los 21 minutos, cuando Salvaggio aprovechó un error del arquero Ghizzi, quien despejó mal y quedó adelantado, permitiendo un remate desde larga distancia que abrió el marcador. Ocho minutos después, Cáseres sorprendió con un espectacular disparo desde más de 60 metros, nuevamente superando a un adelantado Ghizzi. Este segundo tanto desató el caos: hinchas locales invadieron el campo de juego para agredir al árbitro, sus asistentes y a los jugadores de Gimnasia, quienes lograron refugiarse en los vestuarios tras sufrir agresiones físicas.
El incidente no fue aislado. Antes de los 10 minutos de iniciado el partido, un hincha de Defensores ya había ingresado al campo para agredir al árbitro, pero logró escapar sin ser detenido por los pocos efectivos policiales presentes. A pesar de esto, el árbitro continuó el partido, aunque ya se evidenciaba una falta de garantías de seguridad.
En el trágico desenlace, un grupo numeroso de hinchas locales ingresó nuevamente al campo a través de un agujero en la tribuna y saltando tapiales, mientras que otros arrojaron proyectiles hacia la zona de hinchas visitantes, quienes eran apenas 40 personas. Los jugadores de Gimnasia, el cuerpo técnico y hasta los árbitros fueron golpeados, aunque afortunadamente ninguno resultó herido de gravedad. La delegación visitante recién pudo abandonar el estadio, bajo custodia policial, cerca de las 22:00 horas.
Además, vehículos de simpatizantes visitantes fueron dañados, y muchos espectadores tuvieron que huir para evitar ser agredidos. La presencia policial fue insuficiente y tardía, lo que dejó expuesta una alarmante inseguridad dentro y fuera del estadio.
El Tribunal de Disciplina del Consejo Federal deberá tomar medidas drásticas ante los graves incidentes ocurridos, más aún considerando que dirigentes locales habían advertido antes del partido que existía el riesgo de desmanes por parte de un sector conflictivo de su hinchada. Aunque algunos jugadores locales y dirigentes intentaron calmar a los agresores, el daño ya estaba hecho.
El partido, que Gimnasia ganó legítimamente 2-0 con goles de Salvaggio y Cáseres, será recordado más por los escándalos y la violencia que por el fútbol.