Se sabe que la apertura desregulada de importaciones pueda generar desocupación. En ese sentido, actores del sector y especialistas alertaron que, como resultado de la nueva baja de aranceles, la industria textil podría perder, al menos, 50.000 puestos, es decir, el resultado es la destrucción neta de empleo por el avance de los importados. A su vez, si bien el alza de precios de la ropa es uno de los argumentos oficiales, se estima que reduciría apenas 0,2 puntos del Índice de Precios Nacional.
Cabe mencionar que los talleres textiles en ciudades como la nuestra, siempre han generado empleo. Si bien este no es un momento de esplendor, lo siguen haciendo.
Tras la devaluación de fines del 2023 y el periodo de fuerte recesión, comenzó una recuperación (de junio a octubre) que, si embargo, se detuvo en los últimos meses del año. Como consecuencia, las actividades principales de la economía no lograron recuperar los niveles iniciales. Esta situación tuvo a la cadena textil y de la indumentaria entre las más afectadas: en el primer año de gestión libertaria operó con una capacidad instalada por debajo del 45%, perdiendo una importante cantidad de puestos de trabajo: se estima que, de los 30 mil empleos industriales destruidos durante el último año, más de 10 mil corresponden a esa cadena. Hoy con esta nueva medida el daño al tejido productivo será significativo con un seguro impacto en los puestos de trabajo, o como mínimo, en las horas trabajadas.