Julio Álvarez expresó su preocupación por el estado del cementerio local y solicitó la designación de una persona responsable para su supervisión. “La gente me veía y me señalaba como si yo fuera el responsable”, comentó, explicando que las quejas se centraban en la falta de agua y en la indignación de los familiares que debían llevarse de vuelta las flores por el descuido del lugar.
Álvarez destacó la necesidad de una administración más comprometida y accesible: “Se llamó a la encargada, pero no apareció; hace falta alguien más responsable y coherente”. Además, describió el deterioro de las instalaciones, mencionando nichos abandonados, panteones con puertas rotas y la presencia de palomas que invaden el espacio, creando desorden y daños.
Propuso que los familiares de los nichos abandonados sean contactados para solucionar estos problemas y sugirió colocar algún tipo de tejido o reparar las puertas de los nichos y bóvedas afectadas, ya que la invasión de palomas está causando graves perjuicios.
Las lámparas no funcionan
Julio Álvarez advirtió sobre el estado del Paseo de la Diversidad, donde solo funcionan nueve de las aproximadamente cuarenta lámparas instaladas. Álvarez pidió mejorar la iluminación, dado que “es un lugar creado para que la familia pueda disfrutar”. Además, recordó que el año pasado se aprobó un presupuesto para la compra de 400 lámparas LED, reclamando que algunas se destinen a ese espacio.
Álvarez también señaló otros problemas en la infraestructura local. En la calle 3, entre 42 y 43, mencionó la presencia de numerosos pozos y escasa iluminación, lo cual hace difícil la circulación, especialmente en días de lluvia, cuando el tránsito en auto resulta complicado y, en moto o bicicleta, imposible.
Otra de sus observaciones fue sobre el cunetón en construcción en la calle 44, desde Ruta 8 hasta calle 3. Aclaró que la zanja, además de ser muy profunda, ha reducido el ancho de la calle. Expresó preocupación por el ensanchamiento de la cuneta cuando llueve y sugirió buscar una solución.
Vecinos del barrio Rivadavia, en la calle 135, entre 42 y 46, también enfrentan dificultades, ya que la formación de lagunas les impide salir de sus viviendas. Álvarez destacó que las máquinas no pueden realizar reparaciones porque la calle es angosta y cuenta con gran vegetación, sugiriendo la colocación de piedra para facilitar el tránsito en días de lluvia.
Finalmente, advirtió que en la esquina de calle 44 y 135 la falta total de iluminación crea una “boca de lobo” en la que los vecinos deben transitar usando linternas o la luz de sus teléfonos.